06 marzo 2022

ARTÍCULO


EFECTO DE LA MÚSICA EN LA MEMORIA


Me parece estar escuchando nítidamente la recurrente, y en ocasiones cansina, melodía del camión de los helados. Lo de cansina dependía de cuánto tiempo decidiera quedarse aparcado en la misma zona…clinclinclinclinclin…Era entonces, cuando nadie escapaba a su cíclica cancioncilla. Esa coplilla que se encargó de amenizar tantísimas tardes de plaza e innumerables y animadas jornadas playeras. Por un momento, ¿tú también has logrado volver a la infancia?. Escuchar una vieja melodía que asociamos con nuestro pasado evoca un fuerte sentimiento que nos hace revivir los recuerdos y las emociones más profundas que están vinculadas a ese discurso musical. Y es que, la música tiene el emotivo don de rememorar recuerdos. La relación de la música con la memoria emocional viene de la activación que hace del sistema límbico, siendo la música un estimulante importante que nos facilita los recuerdos. A lo largo de nuestra vida nos encargamos de ir construyendo nuestra memoria autobiográfica, que estará repleta de nuestras experiencias y aprendizajes musicales, y que, indefectiblemente, cada cual los vincula con determinados contenidos emocionales de su vida. Es por ello que podemos decir que este noble arte actúa como un potente incentivador de mecanismos de emociones y memorias, condicionando que toda aquella información que tenga una asociación emotiva, la tengamos disponible de por vida. Digamos que la música puede de una manera natural movilizar la memoria de la emoción. 

De hecho, se ha observado que, en pacientes que sufrían un deterioro cognitivo relacionado con la memoria e incluso en los que padecían Alzheimer, prevalecían de manera consistente los recuerdos musicales, desde la melodía hasta la letra de las canciones y es que, la música puede evocar imágenes y recuerdos que no pueden evocar las palabras o fotos. Por otro lado, se ha comprobado que los conocimientos musicales sobreviven a las pérdidas de memoria como se ha visto en muchos casos de músicos que, aun padeciendo Alzheimer recuerdan en su totalidad partituras y composiciones e incluso son capaces de aprender composiciones nuevas. Al margen de lo comentado,  siempre ha sido popular utilizar la música como herramienta de aprendizaje. ¿Quién no se aprendió las tablas de multiplicar o el abecedario en inglés cantando?. Cantar ayuda a mejorar el aprendizaje de un nuevo idioma. Los investigadores creen que la melodía puede proporcionar una señal adicional que ayuda a integrar la memoria. Se sabe también, que cuanto más ejercitemos la memoria, más se desarrolla. Así pues, el aprendizaje de canciones (en cualquiera de sus variantes, ya sea a través de la escucha, la práctica instrumental, la composición, el canto o la danza) constituye un excelente recurso para ejercitar la memoria. Podemos decir que la memoria es un conjunto de muchas cosas distintas. Haciendo referencia a Roberto Aguado Romo, la podemos definir  como la asociación entre un grupo de neuronas que son capaces de reaccionar en red. Existen muchos tipos de memoria y cada una de ellas se almacena y recupera de manera singular, según el área del cerebro donde se almacene. De ahí que suene en nuestras cabezas la música del carrito de los helados o aquella canción que tu padre hacía sonar en cada viaje en coche…Ahora en  mi cabeza suena alguna de Machín tipo: “...dos gardenias para ti con ellas quiero decir…”. Tenemos claro que siempre hay una emoción asociada a cada experiencia, ¿verdad?. Si no hay respuesta emocional, nunca habrá aprendizaje ni memoria. Dice el investigador en Neurociencia Francisco Mora que “sin emoción no hay curiosidad, no hay atención, no hay aprendizaje, no hay memoria”. Sin emoción no hay aprendizaje. Para nuestro cerebro solo existe aquello que lo activa o lo hace vibrar y ¿hay algo que haga vibrar más a nuestro cerebro que la música?. Las emociones siempre de por medio. Tan importantes y tan relegadas, en muchas ocasiones a un segundo plano. ¿Sabías que según la emoción que nos genere el estímulo se activan unas u otras áreas del cerebro y que esto se integra por tanto de manera diferente en nuestra memoria?. Seguro que ya lo sabías, pero aún así y por si andas despistado o despistada te contamos que si, ese estímulo activa emociones agradables en ti, no solo lo recordarás mejor sino que además, hará que se active el hipocampo (ya lo hemos mencionado en los artículos anteriores). Ocurre lo mismo cuando escuchamos música que nos resulta agradable, el cerebro libera dopamina, lo que produce una sensación de bienestar, pero, además en el sistema nervioso central se provoca una sensación de alerta y se activa posiblemente la plasticidad cerebral, ya que escucharla es una actividad que pone en marcha simultáneamente todo el cerebro, como ya hemos comentado en otras ocasiones. Si el estímulo dispara una emoción desagradable, quién se activa es la amígdala, y por último si el estímulo no te genera emoción alguna, quien se activa es el lóbulo frontal, no lo decimos nosotras, sino que muchos estudios mediante resonancia magnética lo avalan. Nos parece interesante tener todo esto presente porque, tal vez así, nos ayude a entender por qué nuestros estados de ánimo varían según la música que escuchemos (ya los griegos tenían claro el efecto que  la música podía ejercer sobre la conducta humana).  Y no sé si nos pasa a nosotras solas, pero si además te unes cantando a pleno pulmón, ese estado de ánimo se potencia mucho más. Al cantar se producen endorfinas que nos aportan una sensación de bienestar general. La voz está muy conectada con nuestras emociones y las emociones, con nuestra memoria. 

La energía de nuestro cuerpo cambia, las moléculas vibran en sintonía con cada nota musical. Piensa en qué canción decides escuchar cuando estás triste, tal vez seas de las personas que deciden escuchar algo que te mantiene en esa emoción, ¿una de Silvio Rodríguez? o tal vez, decides querer salir de esa tristeza y escuchas algo más movido. Cada una de esas  canciones que tienes en tu playlist generan  asociaciones en nuestra memoria creando un vínculo entre la experiencia y la memoria. ¿Y qué parámetros son los que condicionan que la música nos afecte de una u otra manera?. Veamos:  el tempo de la canción. Los tempos lentos nos generan sensaciones de calma y serenidad, mientras que los tempos rápidos nos transmiten alegría o motivación; el ritmo de la canción también va a condicionar que se produzca una activación y/o relajación muscular, provocando inhibición motora y sensación de tranquilidad en el caso de los ritmos lentos, y una mayor activación motora y exteriorización de sentimientos en el caso de los ritmos rápidos; la altura de los sonidos también influye. Los sonidos agudos suelen actuar sobre el sistema nervioso provocando una actitud de alerta y aumento de los reflejos, mientras que los sonidos graves, generalmente,  producen efectos contrarios, facilitando la relajación y la calma; otro aspecto a tener en cuenta es la instrumentación empleada: los instrumentos de cuerda suelen ser expresivos y aptos para cualquier estado de ánimo; los instrumentos de viento, si son de la sección de madera, aportan cierta nostalgia y sosiego y si pertenecen a la sección de metal, potencia y fuerza. Finalmente, los instrumentos de percusión incitan a la acción y al movimiento, aunque no podemos obviar que todo lo que hemos comentado anteriormente hace referencia a una generalidad, pero a la vez, puede ser totalmente subjetivo y lo que le genere a una persona no se lo genere a otra. 

Y quizás, por un momento nos hemos desviado un poco del tema principal de este artículo, la memoria, pero nos parecía interesante tratar también esos otros derroteros, ya que indirectamente están relacionados y tienen influencia sobre la memoria.

La música hace que se establezcan tantas conexiones con nuestro cerebro que el aprendizaje está asegurado. Porque el aprendizaje tiene que ver con todo lo que ocurre en nuestro cerebro. 

Nuevamente, música y cerebro constituyen una relación de lo más saludable, que diría Jordi Jauset. Apta para todos los públicos. Una razón más para defender los beneficios de la  música, ¿no crees?...

                           
 Alicia Alonso González y Aranza Hernández Hernández

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