24 marzo 2023

ARTÍCULO: LA MÚSICA QUE FACTURA



 LA MÚSICA QUE FACTURA



A nadie se le escapa que, el orden de los pasillos o la colocación de los productos en los supermercados tienen una organización muy estudiada con el objetivo de incrementar las ventas. Ahora bien, debes tener en cuenta que esa música de fondo que intentas ignorar y que te puede parecer que está completamente elegida al azar, también podría estar logrando que gastes más dinero o que compres productos que, inicialmente, no tenías pensado comprar. ¿Curioso, no?, así que por esta razón y por raro que te parezca, una buena elección musical consigue el mismo efecto que comentábamos al principio. Una cuidada selección musical en los momentos adecuados puede afectar a tu estado de ánimo, a tu intención de compra y a tu percepción general, modificando tu transacción. Sabemos el efecto que tiene la música en las emociones de las personas y por ende, cómo esto influye en los estados de ánimo. Desde el punto de vista del cerebro son varias las partes que se activan favoreciendo o no la atención, es decir, produciendo cambios en nuestros sistemas atencionales y no siempre van a favor de que no se vaya el dinero de nuestras carteras. Nuestra atención ejecutiva se puede ver afectada por una música que nos evoque alegría y con ello, la decisión que tomemos a la hora de coger uno u otro producto sea o no una buena decisión. Ya hemos hablado en otros artículos de que la toma de decisiones siempre está regida por la emoción. ¿No te ha pasado que alguna vez, sin darte cuenta, terminas cantando la canción que suena en el pasillo del supermercado o incluso medio bailando mientras crees que piensas en el atún que vas a escoger? Está claro que en esos momentos hay un tira y afloja entre tu corteza prefrontal (encargada de tus funciones ejecutivas) y el sistema límbico (el que se encarga de tus emociones). 

Esta relación entre la música y el incremento de ventas es el objetivo del neuromarketing. La música puede influir mucho a la hora de captar posibles clientes y sobre todo, ayuda a retenerlos y a interesarse en un producto determinado. Por ejemplo, se sabe que la música de tempo rápido nos hacen aumentar la marcha, así que es muy recomendable que se opte por este tipo de música en hora punta o cuando se tenga muchos clientes en un local. Esto, como comentamos antes, se debe a que los tempos rápidos hacen que nuestra atención baje la guardia y seamos menos selectivos o actuemos de forma menos reflexiva. También está demostrado que, cuando la música suena a un volumen fuerte, los clientes dedican menos tiempos a inspeccionar la calidad de los artículos y compran, sin más; ante productos de colores llamativos, una música alegre y vitalista les animará a comprar sin una mayor deliberación. Por otro lado, las músicas lentas contribuyen a nuestra relajación, a crear un ambiente de calma que nos invita a caminar más pausadamente y a prestar más atención a los pequeños detalles, dando lugar a estancias más largas en la tienda.
Se recomienda el uso de música con estas características si el establecimiento está vacío o si se vende productos de bienestar o naturales. ¿A qué te sigue resultando todo muy interesante, verdad?.

Ocurre igual si, el local en el que nos encontramos es un restaurante. En líneas generales, en los restaurantes en los que oímos música lenta y agradable, tendemos a permanecer más tiempo, gastamos más y dejamos más propina. Existen también otros estudios que demuestran que la música pop hace que los clientes estén menos tiempo en el restaurante y consuman bastante menos. Si los estudios lo corroboran, así debe de ser...

Otro sector en el que se aprecia mucho la importancia que tiene la música en la compra realizada es el de la venta de vinos. Está demostrado que si escuchamos música clásica de fondo mientras escogemos un vino, tenderemos a comprar vinos más caros o también existen otros estudios que demostraron que, dependiendo de la nacionalidad de la música escuchada, aumentaban las ventas de los vinos de ese país. Así pues, ¡que suene la música española! para fomentar el consumo de los vinos de nuestra tierra, aunque ellos ya casi que se venden solos, ¿no creen?

¡Todo un mundo el del neuromarketing! …y ¡qué inocentes somos al pensar que "está en nuestras manos" el poder de la elección!


Alicia Alonso González y Aranza Hernández Hernández

15 diciembre 2022

ARTÍCULO

 LA MÚSICA: UN BÁLSAMO PARA TU MENTE






Ya sabemos que la salud no es únicamente física. Tener salud es sinónimo de gozar de un estado adecuado de equilibrio. Por eso, tenemos que tener claro que, muchos factores que inciden en nuestra salud, están en nuestra mente. Sin embargo, muchas veces nos olvidamos de esta parte emocional, pero ¡ojo!, debemos estar bien alerta de cubrir estas necesidades para que no nos pasen factura. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la mitad de los trastornos mentales comienzan en torno a los 14 años o antes (preocupante, ¿verdad?).

Dice el informe de UNICEF que más del 30% de la adolescencia entre los 10 y 19 años sufre un trastorno mental, representando la ansiedad y la depresión el 40% de estos trastornos. Y debemos tener en cuenta también, los casos de niños y niñas que no alcanzan a tener un trastorno mental pero sí un malestar psicosocial que perturba sus vidas, su salud y sus expectativas de futuro. De hecho, el 10%-20% de los adolescentes experimentan trastornos mentales que no se diagnostican ni se tratan. El no tratarlos puede tener, y de hecho tiene,  consecuencias en la edad adulta. 

Tampoco conviene olvidarse de la salud mental de los profesionales de la docencia, esas personas casi mágicas que entran a un aula cada día a atender a una media de treinta alumnos y alumnas con el propósito no solo de que aprendan las materias que imparten sino también a ejercer de madres/padres, a resolver conflictos, a atender a una diversidad sin apoyos…¡sí!, creemos que existen auténticos magos y magas en los centros escolares. Según las estadísticas, en España el 77% del profesorado padece ansiedad y el 11% depresión. Los datos van en aumento cada año pero, ¿se tiene en cuenta? Entonces, ¿cómo podríamos cuidar de nuestra salud mental?. Algunas estrategias adecuadas para hacerlo podrían ser las siguientes: practicar una buena higiene emocional, desechar aquellos pensamientos que no nos son útiles y  nos perturban; evitar la archi-conocida rumiación (pensamientos en bucle) e intentar no preocuparnos más de la cuenta. Hasta suena sencillo, ¿verdad?, pero sabemos de sobra que esta no es una cuestión baladí.

Cada experiencia, pensamiento y emoción cambia físicamente nuestro cerebro. Las personas somos los únicos dentro del reino animal capaces de estresarnos solo con nuestros pensamientos. Es un tema que aún hoy en día es un poco tabú y, aunque no se le da visibilidad, está muy presente en la actualidad. Así pues, el mejor consejo que te podemos dar, como dice el dicho, es que “te ocupes” en lugar de preocuparte y dale la importancia que se merece.

El pasado mes de octubre se celebró en Barcelona el IV Congreso de Neuroeducación organizado por la Cátedra de Neuroeducación de la UB. En ella, Álvaro Pascual Leone, catedrático de Neurología de la Universidad de Harvard y director científico del Institut Guttmann de Barcelona  hablaba sobre salud cerebral y arrojaba datos, en este caso más o menos positivos, depende de cómo lo interpretemos. Decía que el 80% de la discapacidad cerebral es prevenible ya que en gran medida nuestros problemas de salud mental están asociados a enfermedades que no se diagnostican o a estilos de vida modificables.  También añadió que la salud cerebral es la diana de la salud general en más de un 60%. 

Ahora bien, ¿qué papel puede desempeñar la música en esa tarea de autocuidado que comentábamos anteriormente?. Existen investigaciones en las que se habla del uso efectivo de la música en el tratamiento de la depresión (entre otras enfermedades mentales), en la que actúa modificando el estado de ánimo y la calidad de vida de las personas que la padecen. La música no solo nos permite expresar sentimientos sino que además, podemos canalizarlos para mejorar nuestro estado físico, psíquico y mental. Como ya hemos comentado en otros artículos, la música tiene la capacidad de inducir determinadas emociones. Puede ayudarte a expresarlas o intensificarlas y este hecho repercute positivamente en beneficio propio. Habrán oído hablar de la popular expresión “Farmacia Musical” o “Botiquín Sonoro” o dicho de una manera más coloquial, que la música es una auténtica medicina. Muchos son los estudios que señalan el efecto positivo de la música en el bienestar emocional, en la mejora del estado de ánimo, en la disminución de los niveles de ansiedad o en el manejo del estrés (y ustedes lo habrán experimentado en algún momento). En el libro “El cerebro que cura”, se dice que el flujo sostenido de niveles excesivos de hormonas del estrés lentifica o incluso puede llegar a bloquear la formación de neuronas en el hipocampo, afectando por tanto a la memoria o incluso puede llevar a bloquear la corteza prefrontal, recuerda donde se encuentran nuestras funciones ejecutivas y hacer que tengamos problemas con la toma de decisiones, controlar nuestras acciones e impulsos, planear entre otras.

También existen evidencias de que la música puede ayudar a disminuir los niveles de cortisol, la hormona del estrés, que comentábamos con anterioridad. Y es evidente que de la misma manera, puede tener efectos beneficiosos en otras  sustancias químicas del cerebro como la dopamina, relacionada con los sentimientos de placer y la oxitocina, la "hormona del amor".


En definitiva, como ya decía Ramón y Cajal: “Somos los arquitectos de nuestro propio cerebro” cómo quieres construir el tuyo? …


Alicia Alonso González y Aranza Hernández Hernández


18 septiembre 2022

ARTÍCULO

                         

 LAS F(X) EJECUTIVAS Y LA  MÚSICA

Después de un verano de descanso, ocio y disfrute, al menos así ha sido el nuestro, y por supuesto, deseamos que el de ustedes también, ¡volvemos a la carga!. El tema que hemos escogido en esta ocasión es nada más y nada menos, que las funciones ejecutivas y cómo el aprendizaje musical puede entrenarlas. Ahora que regresamos a las aulas, y tanto el alumnado como el profesorado empezamos a poner en marcha nuestras neuronas, que casi han estado tan relajadas como ustedes y nosotras, nos parecía un buen tema.

Antes de dar nada por hecho, que ya sabemos lo importante que es partir de los conocimientos previos del alumnado para traer a su memoria de trabajo todo aquello de lo que tienen información y que por tanto, se encuentra en su memoria a largo plazo, vamos a ver, querido lector/a, cómo de entrenadas tienes tus funciones ejecutivas. 

Te vamos a pedir que hagas este juego que preparó @esencialudica. Es muy simple pero, aunque parezca mentira, se utiliza en el laboratorio para observar cómo responde el cerebro. Con ese juego tan simple se entrenan varias funciones ejecutivas. De momento, no te vamos a decir cuáles. Vamos a mencionar las funciones ejecutivas básicas y a ver si, por tu cuenta, eres capaz de deducir cuáles has puesto en marcha al realizar el juego. 

Las funciones cognitivas constituyen un elemento básico del comportamiento humano y sus características van a determinar cómo interaccionamos con el entorno. Las fundamentales son: la atención, la memoria y el funcionamiento ejecutivo. Son las que hacen posible que tengamos un papel activo en los procesos de recepción, selección, transformación, almacenamiento, elaboración y recuperación de la información, lo que nos permite desenvolvernos en el mundo que nos rodea, es decir, y por simplificarlo un poco, las funciones ejecutivas son funciones cognitivas de orden superior. Desde la neurociencia se habla de tres: la memoria de trabajo, el control inhibitorio y la flexibilidad cognitiva. Sin embargo, si lees el libro de José Antonio Marina y Carmen Pellicer, La inteligencia que se aprende, puedes comprobar que para ellos habría unas doce funciones ejecutivas. Además de las que ya hemos nombrado, añaden entre otras, la planificación, la toma de decisiones o la gestión emocional.

Respecto a la memoria de trabajo citada al comienzo de este artículo, la podemos definir como la memoria operativa o la memoria online, la que hace referencia a la información que tienes que tener en tu cabeza para poder realizar una acción. Por ejemplo, si estás en el aula resolviendo un problema de matemáticas y tienes que hacer cálculos, debes tener la tabla de multiplicar en tu mente para poder realizar el ejercicio o una calculadora, claro está. Si eliges la primera opción trabajarás la memoria y si optas por la segunda, otras destrezas. O, si pensamos en el ámbito musical y estás leyendo una partitura. Mientras tocas un instrumento, en tu memoria de trabajo debes tener muy claro cómo decodificar ese lenguaje: nombre de las notas, valor de las figuras, características del compás, significado de los términos que aparecen impresos (matices, tempo, carácter o articulación, entre otros).

En cuanto al control inhibitorio podemos decir que es aquel con el que evitamos las conductas inadecuadas. Un buen control inhibitorio permitiría a nuestro alumnado no distraerse. Si un alumno o alumna es capaz de frenar una respuesta o ignorar información que no es relevante estaría haciendo un buen uso de esta función ejecutiva. Estaríamos ante el hipotético caso de que sonara el timbre del recreo y nuestro alumnado no se moviera de la silla porque sigue atento a las explicaciones del aula o si habláramos de algo más musical, cuando aparece un silencio en medio de un musicograma y a nadie se le escapa una palmada donde no va.

Por último, la flexibilidad cognitiva, es la función ejecutiva que nos permite generar respuestas alternativas a un mismo problema o tolerar mejor los cambios que pudieran suceder sin alterarnos ante estos cambios y así poder afrontarlos de la forma más adecuada posible, lo que nos ayudaría a convertirnos en personas más resilientes. Tolerar los errores… ¡Es tan increíble que esto pueda entrenarse!...No sé si has leído ya el nuevo currículum LOMLOE de la materia de matemáticas porque, si es así, todo lo que hemos escrito anteriormente te sonará. En la competencia específica 9 habla, nada más y nada menos, de la flexibilidad cognitiva. 

¿Existe una única manera de resolver problemas matemáticos? o ¿Estás al tanto de las diferentes estrategias para resolver problemas? ¿No son retos los que ponemos al alumnado y, de ese modo, les enseñamos a trabajar su tolerancia a la frustración? ¿Cuántas veces se equivocan al leer una partitura? ¿Cuántas veces creer que no se cuenta con las condiciones idóneas para tocar (condiciones acústicas, lengüeta adecuada (en el caso de los instrumentos de viento madera) nos limita? Si optamos por adaptarnos a las circunstancias e intentar sacar el máximo partido a lo que hay, estaríamos entrenando nuestra flexibilidad cognitiva. Si no se diera, sería difícil por ejemplo, seguir las indicaciones de un director que no fuera el habitual de una agrupación. Esta habilidad sería extremadamente útil para  todos los mortales, pero si te dedicas a la enseñanza, la vemos como una necesidad porque nos ayuda a diseñar estrategias específicas para atender las diferentes realidades educativas desde una perspectiva idónea y empática. En conclusión, se trata de tener la suficiente habilidad para pasar al plan B sin que se note, sin que la emoción te lleve, sin que te paralice. Entrenar el pensamiento divergente. Y no nos cabe ninguna duda que las matemáticas y la música son dos vehículos conductores para mejorar estas funciones de nuestro cerebro.

Te dejamos este vídeo de Aprendemos juntos de BBVA donde Jesús Guillén pone a prueba las funciones ejecutivas de las personas con las que se encuentra. Nosotras ya lo hemos probado y comprobado. Dale a un grupo de alumnos y alumnas instrumentos de percusión, pon a alguien al piano o a la guitarra y comparte unas cuantas instrucciones…Verás cómo funcionan la memoria de trabajo (retener las instrucciones), el control inhibitorio (habilidad para solo tocar el instrumento que toca) y la flexibilidad cognitiva (cambiar las instrucciones en un corto período de tiempo). Ya nos estamos imaginando la banda musical que has creado. Las risas y el buen clima en el aula están asegurados y si brota alguna frustración no dudes en aprovecharla y hablarles del famoso “todavía” y la mentalidad de crecimiento. Recuerda que la gestión emocional también es una función ejecutiva que nos ayuda a intentar comprender  y a adaptarnos mejor a un mundo en constante cambio.

            
         Alicia Alonso González  y Aranza Hernández Hernández.

12 junio 2022

ARTÍCULO


 RECORRIDO SONORO POR EL EMBARAZO





La música es una forma de comunicación básica en la primera infancia. La música, como primer lenguaje del niño/a, es básica para su desarrollo integral. Se trata de un recurso sencillo y de gran importancia para este aspecto comunicativo.

¿Reconocen los bebés al nacer la voz de su madre?, ¿es la primera vez que la escuchan o llevan escuchándola nueve meses mientras maduran en su útero?. El sonido necesita un medio para propagarse, ¿no son las madres gestantes un medio en sí mismas que sirve para la propagación de los distintos sonidos hasta hacerlos llegar a su bebé?. 

Parece ser que los estudios científicos demuestran que durante la gestación de los bebés, estos se acostumbran a sonidos y a la voz de su madre, que es la primera que identifican una vez han nacido.

Se puede observar que la oreja de los seres humanos, desde su forma física, presenta un diseño con cierta similitud al embrión humano. Esto no es por casualidad si pensamos que el feto recibe la información sonora del exterior de su madre a través de su aparato auditivo. La audición es el primer sentido que un bebé desarrolla en el vientre materno y el único que le permite conectarse con el exterior. A través de vibraciones, ritmos y melodías, una mamá, un papá y su bebé pueden entablar un vínculo estrecho y placentero. Por tanto, la comunicación entre los seres humanos comienza desde que las mujeres llevan a sus bebés en su vientre. Está comprobado que los fetos responden activamente a los estímulos maternos, ya desde el cuarto mes de gestación. El aparato auditivo del bebé se termina de desarrollar aproximadamente al tercer mes y medio, recién después de ese tiempo de gestación comienza a captar los sonidos, primero del interior y luego del exterior de su madre. El cuerpo de la futura mamá no es para nada silencioso. En el amnios, que es la cara interna del útero, hay una atmósfera sonora. Allí tenemos los sonidos de la actividad cardiovascular de la futura mamá, la circulación de la sangre a través de la placenta, el ruido del aparato respiratorio, el digestivo, el latido cardíaco del feto, sus propios movimientos y los sonidos exteriores.  Todos estos sonidos están en funcionamiento las veinticuatro horas y se encuentran en un rango de 30 a 96 decibelios, pero hay un sonido en especial, como comentamos anteriormente, que es el de la voz de la mamá. El líquido amniótico es un excelente conductor de las vibraciones del aparato fonador materno, por lo que el futuro bebé cuando escucha la voz de su madre también percibe la vibración que esta le provoca. La música opera como neurotransmisor interactivo, actuando directamente sobre el sistema neurovegetativo, celular e hipofisario del feto, dejando impreso un registro a modo de huella; de ese modo van a quedar grabados en el futuro bebé diferentes sensaciones que le remitirán una vez nacido a ese estado placentero que vivió durante su gestación. No deja de ser increíble, ¿verdad?. El ambiente intrauterino en el que vive el bebé va a impactar definitivamente en el desarrollo de su personalidad. Se sabe que en el momento del nacimiento el recién nacido tiene casi el total de las neuronas aptas para funcionar durante toda su vida, por esto podemos decir que el útero es un lugar donde el futuro niño comienza el desarrollo de su cerebro y no cuando nace, como todavía hay quienes lo creen. Este fenómeno se da por el intercambio de experiencias que tiene intraútero. El desarrollo cerebral se incrementará si podemos brindar los estímulos apropiados para que esto pase, pero dependerá pura y exclusivamente de lo que su madre le transmita para que estas huellas queden grabadas de forma positiva o negativa.

El bebé en el momento de nacer ya tiene muchas experiencias y recuerdos compartidos con su madre. Disfrutaron juntos de muchas sensaciones placenteras o no. Si pensamos en el ritmo y cómo éste se manifiesta dentro del útero, podremos pensar que está presente de muchas maneras: en sus movimientos, en su succión, en su frecuencia cardiaca, en sus movimientos respiratorios intrauterinos, en sus estados de alerta, en sus patadas, en sus manotazos y en lo que escucha (el latido cardíaco de su mamá entre otros).

Cuando el bebé nace, después de hacer un esfuerzo físico muy importante, entra en contacto con muchas sensaciones nuevas, la luz, la temperatura, texturas, lo lavan, lo secan, lo miden, lo visten, etc., hasta que llega a su mamá. Pero su olor también es nuevo, como lo es su imagen y el entorno. Hasta que casi instintivamente se lo pone sobre su pecho y así puede oír nuevamente su latido cardíaco comenzando así una nueva etapa. El bebé enseguida reconoce este sonido y se calma porque es el ritmo que estuvo oyendo durante mucho tiempo, comienza a asociar ese olor con lo que a él le llega a través de ese latido cardíaco. Después abre los ojos, aparece la mirada, aparece la voz de su mamá que también reconoce y así continúa asociando instintivamente. 

Y tras ese momento mágico en el que están ya fuera de su medio líquido natural deben acostumbrarse a un sinfín de nuevos sonidos, unos más agradables que otros, pero que la mayoría de ellos no son identificados, porque son absolutamente nuevos. Es allí donde comienza a desarrollarse lo que llamamos el vínculo extrauterino. Y es cuando el sonido de la voz de la madre hace que exista una reacción distinta, un movimiento por parte del bebé en busca del foco emisor del sonido. Por otro lado, los estudios también nos muestran que antes de que estas pequeñas vidas comiencen a hablar, la estimulación con música favorece el desarrollo del habla.

Y yo solo pienso en las mamás cantando a sus bebés no solo cuando están en sus vientres sino cuando salen de él también, es decir, en las llamadas etapas pre y perinatal.   

Desde siempre y en todos los rincones del mundo, se conoce el efecto calmante que puede tener la música y en este caso, las nanas. Esa combinación de voz y movimiento (arrullo) favorecen la estimulación cognitiva y emocional de los bebés. De todos es conocido que los bebés reaccionan más al lenguaje cantado que al lenguaje hablado, ¿o no se han sorprendido cómo se transforman, exagerando la entonación cuando se dirigen a un bebé?. Lo hacemos casi instintivamente y los bebés lo perciben con agrado. Es curioso cómo son capaces de distinguir las unidades fonéticas que conforman una palabra en idiomas a los que nunca han sido expuestos, cosa que no ocurre igual con los adultos. Música y lenguaje poseen unos campos compartidos, tanto en la implicación de los mismos instrumentos vocales, auditivos, cognitivos, etc., como en similares fases de desarrollo. 

Durante los tres primeros años de vida la “maraña” de neuronas es enorme. Es el momento de las conexiones neuronales, dicho con nuestras palabras, de que se produzcan muchas sinapsis sonoras. Todos aquellos aprendizajes que se produzcan, todo aquello que se estimule, sin caer en la sobreestimulación favorecerá el futuro de esa personita que se está formando. Y en esa primera etapa donde la motricidad, la música, el habla, tanto en su idioma materno como en otros y el amor que se le proporcione, hará que se desarrolle toda una “autopista” de conexiones, y por ello, lo que no se conecte desaparecerá en esa primera poda neuronal que se produce sobre los tres años de edad. Y merece la pena hacer un inciso aquí para aclarar que esto no implica que lo que no se haya conectado o aprendido hasta este momento no pueda aprenderse. Así pues estaríamos desmontando uno de los tantos neuromitos que existen. Llegado a este punto, volvemos, como ya hemos hecho en otras ocasiones, a hablar de la tan importante neuroplasticidad cerebral, la capacidad que tiene nuestro cerebro de modificar y aprender. En palabras de los neurocientíficos, la música es la única actividad que activa, estimula y utiliza todo el cerebro (puedes consultar el artículo que hicimos al respecto). ¿Cómo entonces vamos a negar la importancia que tiene la música desde edades tempranas para el crecimiento y desarrollo satisfactorio de un bebé?.Y volvemos a hacer un inciso y dejar claro que nada de esto tiene que ver con el neuro-marketing de que, si estas personitas ya desde el vientre materno o en su primera etapa de vida (0 a 3 años) escuchan a este o aquél músico, se van a convertir en seres más inteligentes (puedes volver a leer el artículo que escribimos sobre el talento) porque esto, a día de hoy, está más que demostrado que no es cierto. Lo que sí es cierto es que la música y su conexión directa con las emociones, también tenemos un artículo escrito sobre esto, activa los sistemas de recompensa cerebral, les hace sentir bien, mejora su atención y el autocontrol. Todo un mundo el prenatal y qué maravilla el recorrido sonoro que hemos hecho por el embarazo, ¿no les parece?.


*parte de la  información  que se ha utilizado para escribir este artículo está extraída de los estudios realizados por Gabriel Fabián Federico*


Alicia Alonso González  y Aranza Hernández Hernández.



16 mayo 2022

ARTÍCULO

LAS "MÚLTIPLES" INTELIGENCIAS: 

ENTRENAMIENTO Y APRENDIZAJE



La inteligencia, facultad de la mente que permite aprender, entender, tomar decisiones, razonar…Durante el siglo XIX, se creía que la inteligencia era algo general, que se tenía o no se tenía, era una capacidad innata, es decir, que provenía de la herencia. A finales de este siglo, se empiezan a crear tests de inteligencia para detectar a las personas deficientes mentales y más tarde, se usaron para determinar, según el valor recogido en los tests, si las personas eran válidas para unas cosas u otras. Por ejemplo, se aplicó para decidir qué puestos debían ocupar los soldados que iban a la guerra, si las trincheras u otros puestos de cargo superior. 

Los estudios siguieron avanzando a medida que lo hacía la ciencia y no fue hasta “el otro día” que entendemos el concepto de inteligencia como la capacidad del cerebro para aprender. No hay una inteligencia, sino capacidades relacionadas con el potencial para desarrollar una tarea, habilidades que con entrenamiento van mejorando. Destrezas, ya no es necesario el proceso reflexivo para realizar la acción sino que se produce de forma inconsciente. Competencia, no solo se realiza la actividad sino que se ejecuta con dominio. Es por todo esto que el concepto de inteligencia debe verse como algo que se entrena y se aprende. Desde el punto de vista de la neurociencia lo podemos relacionar con la capacidad plástica que tiene nuestro cerebro y de la que hemos hablado en  artículos anteriores. 

Howard Gardner (1983) defendía la existencia de muchos tipos de inteligencias, en concreto habla de ocho, entre ellas, la inteligencia musical. 

La práctica musical es fundamental para favorecer la neuroplasticidad. Hay estudios que muestran cómo en el cerebro de las personas que se dedican a la música se producen cambios tanto en volumen como en densidad de materia gris y blanca en diferentes zonas del cerebro. Al mismo tiempo, la práctica musical favorece el aprendizaje, las capacidades cognitivas, verbales, motoras y sociales. No obstante, de todos y todas es sabido que  en el ámbito académico la Música no se le da mucho valor ni se potencia como debería.

Las y los que nos movemos en el mundo artístico sabemos muy bien que siempre andamos en la cuerda floja, cuestionados hasta la saciedad por quienes osan llamarnos -materias que distraen-, dícese de aquellas materias fácilmente intercambiables y tristemente dependientes de la ley educativa que esté en vigor. Aquellas que hacemos ingentes esfuerzos por demostrar continuamente nuestra funcionalidad y bondad; a las que siempre se nos pone en duda dentro del entramado y complejo proceso educativo. Esta lenta agonía educativa es la que padece, entre otras materias, la de Música, que está destinada a pelear incansablemente por mantener su estabilidad en el candelero pedagógico. ¡Qué cansino resulta!, ¿no creen?. ¿Quieren que se lo justifiquemos?, ¡pues allá vamos!: la música, al igual que el resto de las materias contribuye a desarrollar la inteligencia lingüístico-verbal. Puede ser considerada como lenguaje en la medida en la que utiliza un código con carácter representativo y normativo. música y lenguaje representan dos códigos diferentes, pero que a su vez, comparten el aspecto comunicativo. Son sistemas formales elaborados, capaces de transmitir una información y unos valores culturales, sociales, emocionales e intelectuales. Constituyen un instrumento de representación, de interpretación de la realidad, de construcción del conocimiento y de organización del pensamiento. Además, la música está muy relacionada con las funciones del lenguaje y, a su vez, favorece la consecución de una serie de  capacidades, que contribuyen al desarrollo de los intercambios comunicativos (el diálogo, el intercambio de opiniones, la escucha…). Continuemos, como ya les comentamos en artículos anteriores, desde siempre se ha considerado que las matemáticas y la música tienen cierta similitud y está claro que, como pudimos comprobar, existe una estrecha relación entre ellas. Las matemáticas están presentes en diversos conceptos musicales como: la afinación, la disposición de las notas, la formación de los acordes, la armonía, el ritmo… La utilización de modos de representación y pensamiento lógico-espacial, así como el uso de un lenguaje abstracto son algunas de las estrategias que comparten. Además, personajes del mundo de las matemáticas tan conocidos como Pitágoras o Zarlino, ocupan un lugar importante en la Historia de la Música por haber contribuido al desarrollo de la teoría musical, e indudablemente,  a su práctica. Así pues, la inteligencia lógico-matemática, también la promueve.

Prosigamos, la inteligencia kinestésica-corporal, está incluida en todas esas destrezas necesarias para tocar los instrumentos musicales o cuando se hace uso de todo el cuerpo (y todo lo que ello implica) para expresar ideas o sentimientos a través del lenguaje corporal o la danza donde también se pondría en marcha la inteligencia espacial.

Y todavía hay más...puede ayudar al alumnado a tomar conciencia acerca de los problemas medioambientales que afectan a nuestro mundo actual, observando detenidamente cómo nos relacionamos con el entorno, haciendo un llamamiento al cuidado y conservación del medioambiente. Por otro lado, plantea el debate y  la reflexión sobre el exceso de ruido predominante en nuestra sociedad actual  y la importancia del silencio, no sólo como elemento necesario previo al hecho musical, sino también como condición indispensable para el bienestar físico y psíquico de las personas. Además, muchos son los temas que se pueden tratar transversalmente: la educación del consumidor, fomentando actitudes críticas hacia el consumismo o la educación para la salud, con la que se pretende generar hábitos de vida saludable que prevengan la aparición de problemas de salud, por lo que, aunque sea indirectamente, también se puede relacionar con la inteligencia naturalista. La naturaleza es una gran productora de sonidos y está demostrado que la música puede afectar positivamente en el crecimiento, desarrollo y bienestar de los seres vivos.

Por otro lado, desde sus orígenes ha estado unida a la interpretación grupal. La gente se reunía para cantar, tocar instrumentos y bailar, formando conjuntos que con el paso del tiempo, se profesionalizarían, dando paso a agrupaciones más específicas y profesionales. Participa, por tanto, de esa tradición socializadora, ya que favorece y garantiza el trabajo en grupo por su propia naturaleza, muchas veces, exige la coordinación del grupo, ya sea en actividades de interpretación vocal, instrumental, de movimiento o de danza. Al cantar, tocar o bailar conjuntamente aprenden a escucharse y a coordinarse,  llevando a cabo un trabajo cooperativo, donde cada uno debe asumir una determinada  responsabilidad y donde la acción conjunta es necesaria para alcanzar un objetivo común. De esta manera, se contribuye a la valoración del grupo y se promueve el respeto hacia los demás, lo que impulsa la puesta en práctica de la inteligencia interpersonal, que se vería completada con su modalidad individual, la inteligencia intrapersonal, la que permite conectar con una o uno mismo. 

Y para acabar y obviamente, por sus propias características también desarrolla la inteligencia musical y nos ayuda a conocer el hecho musical  en sí y todo lo que ello conlleva: acceso a manifestaciones culturales y musicales variadas, a las características musicales de zonas geográficas determinadas, de épocas y de estilos diferentes, contextualizándolas social e históricamente y valorándolas con una actitud abierta y de respeto. 

En definitiva, la Música aboga, apuesta y lucha por fomentar esa cultura personal que distingue al individuo. Estimula el cerebro, potencia la concentración, mejora la memoria, favorece la creatividad, aumenta el rendimiento, genera bienestar, ayuda a socializar…

¿Es que todavía alguien se cuestiona que debamos formar parte de la educación?.


Alicia Alonso González y Aranza Hernández Hernández



03 abril 2022

ARTÍCULO


                                             


LA QUÍMICA DE LA MÚSICA


De todos es sabido el papel que juegan las hormonas en nuestra vida y, por extraño que pueda parecer, la música también consigue movilizarlas. 

Las hormonas, esas sustancias químicas que influyen y vapulean tan notablemente nuestras emociones. Y como emoción y música son un tándem inseparable está más que justificada su presencia en este ámbito y por tanto, se disipa cualquier atisbo de duda que pudiera haber al respecto. 

En diferentes momentos de la vida, ustedes habrán podido experimentar diversos estados de ánimo  que se han visto modificados en uno u otro sentido debido a la acción que ha ejercido la música sobre ellos. Para comprender lo que sentimos hay que conocer la neuroquímica, esa ciencia encargada de estudiar las sustancias químicas que influyen en las neuronas y los cambios en los estados de ánimo desde un punto de vista científico, basándose en las conexiones cerebrales y las respuestas que surgen ante los distintos estímulos.

Este blog lleva por título, Sinapsis Sonoras y creemos que no hay mejor ocasión que esta para mencionarlo. ¡Cuánta sonoridad en la palabra sinapsis!. Prueba a decirla en voz alta…¿sonríes?. ¡Nosotras sí!. Está claro que genera emoción, la misma que debió sentir Ramón y Cajal allá por 1889 (año arriba año abajo) cuando describió la individualidad de la neurona y cómo debían de conectar de alguna manera unas con otras para enviarse información. La química y la electricidad del cerebro, dos grandes palabras para definir a los neurotransmisores, pero antes de continuar…¡un súper dato!, ¿sabes que tenemos alrededor de unas ochenta y seis mil millones de neuronas?. ¡Cuánto universo en tan solo un kilogramo y medio de masa! 

Ahora bien, si nos centramos en la música, se ha observado que nuestro cerebro responde produciendo sustancias responsables de numerosas respuestas hormonales. 

Seguramente habrán oído hablar de las que coloquialmente se les conoce como “la hormona de la felicidad” (la serotonina), la “hormona del placer” (la dopamina) o la  “hormona del estrés” (el cortisol). 

Está más que demostrado que escuchar música genera un gran placer en nuestro cerebro. Se inunda de dopamina y serotonina a partes iguales (como no podía ser de otro modo). Y si además escogemos la música adecuada, también puede ayudarnos a reducir los niveles de cortisol. ¿Alguien da más?...Aunque bueno, debemos ser justas y por mucho que nos pese, a veces, la música también nos puede desagradar (de ahí la puntualización que hicimos de -la música adecuada-) y esa emoción de igual manera hay que aceptarla. Hay música que ni siquiera soportas (estamos seguras). Si la escuchas, algo te rechina por dentro y quizás, no sepas ni explicarlo. Se debe a esas sinapsis que, desde fuera, tal vez no entiendas porque no las puedes ver, pero que es evidente que se producen, o acaso ¿no hay música que te hace llorar?. 

Y aunque ya parezca que se nos ha ido la cabeza o el hilo de este artículo, si volvemos a hace dos años a ese momento de encierro forzoso que sufrimos, ¿cómo te sentaba la música?. Nosotras guardamos nuestras playlists del confinamiento, y podemos recordar lo que sentíamos cuando compartíamos una canción con alguien o alguien compartía una canción con nosotras. Y esto es de lo que hablamos en el artículo anterior: el efecto de la música en la memoria. Seguro que recordarás el famoso Resistiré. No entraremos ahora en compartir lo que supuso esa canción en aquel momento ni cómo la vivimos, pero si te decimos que un año y algo después, sonó en nuestros coches y un nudo se instaló en nuestras gargantas, casi no la podíamos cantar e irremediablemente, las lágrimas se nos caían por la cara. Esa relación de emoción, memoria y estímulo musical se traduce dentro de nuestro cerebro en  toda una serie de neurotransmisores en funcionamiento.  

Y todo esto se puede avalar con algunas investigaciones en las que se ha encontrado que los niveles hormonales son diferentes antes y después de escuchar música. Otro dato a comentar podría ser que la mítica frase de “Sexo, drogas y Rock and Roll” no es casual sino que los efectos en nuestro cerebro al escuchar rock and roll son similares a cuando tenemos relaciones sexuales o se consumen drogas, y sí, seguro que ya vas sabiendo el porqué. Estimula en nuestro cerebro el mecanismo de recompensa que ya en otras ocasiones hemos mencionado, el núcleo accumbens, generador por excelencia de dopamina. También existen otros estudios muy interesantes realizados dentro del ámbito deportivo, en los que dos grupos de corredores, uno de expertos y otro de novatos, entrenaron bajo tres condiciones sonoras diferentes: escuchando música relajante, música rápida y en completo silencio. Los resultados demostraron que, al realizar ejercicios de alta intensidad, los novatos elevaron su nivel de cortisol con la música rápida en contraste con la tranquila y el silencio, así que en los casos en que se requiere de una gran reacción del cuerpo, la música puede activar y aumentar el nivel hormonal. Con respecto a los expertos no sufrieron alteración en ninguno de los casos pues, probablemente, sus cuerpos ya están condicionados para mantener el nivel óptimo de estrés. No deja de resultar curioso, ¿verdad?.

Por otro lado, Chanda y Levitin clasificaron cuatro áreas en las que la música puede intervenir en relación con los procesos neurológicos: el estrés (reduciendo ansiedad), que ya lo hemos mencionado, pero también la inmunidad (fortaleciendo las defensas), la afiliación social, (estimulando los vínculos sociales, quizás uno de los efectos más evidentes que todo el mundo ha podido experimentar en algún momento) y por último, la motivación, gratificación y placer, mencionadas ya también con anterioridad. Los investigadores también hicieron conexiones entre estas áreas y los cuatro neuroquímicos primarios: cortisol, serotonina, oxitocina y dopamina. Y en este artículo no podemos dejar de mencionar a la adrenalina. Casi que todo comienza con ella. Sin ella, no hay emoción musical. ¿Acaso no te has sentido emocionada, emocionado?, ¿no has notado los efectos en tu cuerpo, aumento de la presión arterial y del ritmo respiratorio, dilatación de tus pupilas?. ¿Tal vez te hayan sudado las manos o hayas notado tensión en tus músculos?. Seguro que sí, porque sabemos queridos lectores, queridas lectoras que ustedes, al igual que nosotras, también están vivos. 

Y concluimos este artículo lanzándoles una propuesta: para apostar por mantener un cierto equilibrio químico de sus cerebros, escuchen música o toquen algún  instrumento porque, sin duda, se presentan como opciones más que saludables, ¿no les parece?.


                    Alicia Alonso González y Aranza Hernández Hernández

17 marzo 2022

Entrevistas con:

SOPHIE YOKO MOUTTE:

-Flautista, profesora de música y musicoterapeuta.

Nos cuenta su experiencia en el Hospital de la Beata María de Madrid donde acudía como voluntaria a la planta de Daños Cerebrales Adquiridos:




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