03 abril 2022

ARTÍCULO


                                             


LA QUÍMICA DE LA MÚSICA


De todos es sabido el papel que juegan las hormonas en nuestra vida y, por extraño que pueda parecer, la música también consigue movilizarlas. 

Las hormonas, esas sustancias químicas que influyen y vapulean tan notablemente nuestras emociones. Y como emoción y música son un tándem inseparable está más que justificada su presencia en este ámbito y por tanto, se disipa cualquier atisbo de duda que pudiera haber al respecto. 

En diferentes momentos de la vida, ustedes habrán podido experimentar diversos estados de ánimo  que se han visto modificados en uno u otro sentido debido a la acción que ha ejercido la música sobre ellos. Para comprender lo que sentimos hay que conocer la neuroquímica, esa ciencia encargada de estudiar las sustancias químicas que influyen en las neuronas y los cambios en los estados de ánimo desde un punto de vista científico, basándose en las conexiones cerebrales y las respuestas que surgen ante los distintos estímulos.

Este blog lleva por título, Sinapsis Sonoras y creemos que no hay mejor ocasión que esta para mencionarlo. ¡Cuánta sonoridad en la palabra sinapsis!. Prueba a decirla en voz alta…¿sonríes?. ¡Nosotras sí!. Está claro que genera emoción, la misma que debió sentir Ramón y Cajal allá por 1889 (año arriba año abajo) cuando describió la individualidad de la neurona y cómo debían de conectar de alguna manera unas con otras para enviarse información. La química y la electricidad del cerebro, dos grandes palabras para definir a los neurotransmisores, pero antes de continuar…¡un súper dato!, ¿sabes que tenemos alrededor de unas ochenta y seis mil millones de neuronas?. ¡Cuánto universo en tan solo un kilogramo y medio de masa! 

Ahora bien, si nos centramos en la música, se ha observado que nuestro cerebro responde produciendo sustancias responsables de numerosas respuestas hormonales. 

Seguramente habrán oído hablar de las que coloquialmente se les conoce como “la hormona de la felicidad” (la serotonina), la “hormona del placer” (la dopamina) o la  “hormona del estrés” (el cortisol). 

Está más que demostrado que escuchar música genera un gran placer en nuestro cerebro. Se inunda de dopamina y serotonina a partes iguales (como no podía ser de otro modo). Y si además escogemos la música adecuada, también puede ayudarnos a reducir los niveles de cortisol. ¿Alguien da más?...Aunque bueno, debemos ser justas y por mucho que nos pese, a veces, la música también nos puede desagradar (de ahí la puntualización que hicimos de -la música adecuada-) y esa emoción de igual manera hay que aceptarla. Hay música que ni siquiera soportas (estamos seguras). Si la escuchas, algo te rechina por dentro y quizás, no sepas ni explicarlo. Se debe a esas sinapsis que, desde fuera, tal vez no entiendas porque no las puedes ver, pero que es evidente que se producen, o acaso ¿no hay música que te hace llorar?. 

Y aunque ya parezca que se nos ha ido la cabeza o el hilo de este artículo, si volvemos a hace dos años a ese momento de encierro forzoso que sufrimos, ¿cómo te sentaba la música?. Nosotras guardamos nuestras playlists del confinamiento, y podemos recordar lo que sentíamos cuando compartíamos una canción con alguien o alguien compartía una canción con nosotras. Y esto es de lo que hablamos en el artículo anterior: el efecto de la música en la memoria. Seguro que recordarás el famoso Resistiré. No entraremos ahora en compartir lo que supuso esa canción en aquel momento ni cómo la vivimos, pero si te decimos que un año y algo después, sonó en nuestros coches y un nudo se instaló en nuestras gargantas, casi no la podíamos cantar e irremediablemente, las lágrimas se nos caían por la cara. Esa relación de emoción, memoria y estímulo musical se traduce dentro de nuestro cerebro en  toda una serie de neurotransmisores en funcionamiento.  

Y todo esto se puede avalar con algunas investigaciones en las que se ha encontrado que los niveles hormonales son diferentes antes y después de escuchar música. Otro dato a comentar podría ser que la mítica frase de “Sexo, drogas y Rock and Roll” no es casual sino que los efectos en nuestro cerebro al escuchar rock and roll son similares a cuando tenemos relaciones sexuales o se consumen drogas, y sí, seguro que ya vas sabiendo el porqué. Estimula en nuestro cerebro el mecanismo de recompensa que ya en otras ocasiones hemos mencionado, el núcleo accumbens, generador por excelencia de dopamina. También existen otros estudios muy interesantes realizados dentro del ámbito deportivo, en los que dos grupos de corredores, uno de expertos y otro de novatos, entrenaron bajo tres condiciones sonoras diferentes: escuchando música relajante, música rápida y en completo silencio. Los resultados demostraron que, al realizar ejercicios de alta intensidad, los novatos elevaron su nivel de cortisol con la música rápida en contraste con la tranquila y el silencio, así que en los casos en que se requiere de una gran reacción del cuerpo, la música puede activar y aumentar el nivel hormonal. Con respecto a los expertos no sufrieron alteración en ninguno de los casos pues, probablemente, sus cuerpos ya están condicionados para mantener el nivel óptimo de estrés. No deja de resultar curioso, ¿verdad?.

Por otro lado, Chanda y Levitin clasificaron cuatro áreas en las que la música puede intervenir en relación con los procesos neurológicos: el estrés (reduciendo ansiedad), que ya lo hemos mencionado, pero también la inmunidad (fortaleciendo las defensas), la afiliación social, (estimulando los vínculos sociales, quizás uno de los efectos más evidentes que todo el mundo ha podido experimentar en algún momento) y por último, la motivación, gratificación y placer, mencionadas ya también con anterioridad. Los investigadores también hicieron conexiones entre estas áreas y los cuatro neuroquímicos primarios: cortisol, serotonina, oxitocina y dopamina. Y en este artículo no podemos dejar de mencionar a la adrenalina. Casi que todo comienza con ella. Sin ella, no hay emoción musical. ¿Acaso no te has sentido emocionada, emocionado?, ¿no has notado los efectos en tu cuerpo, aumento de la presión arterial y del ritmo respiratorio, dilatación de tus pupilas?. ¿Tal vez te hayan sudado las manos o hayas notado tensión en tus músculos?. Seguro que sí, porque sabemos queridos lectores, queridas lectoras que ustedes, al igual que nosotras, también están vivos. 

Y concluimos este artículo lanzándoles una propuesta: para apostar por mantener un cierto equilibrio químico de sus cerebros, escuchen música o toquen algún  instrumento porque, sin duda, se presentan como opciones más que saludables, ¿no les parece?.


                    Alicia Alonso González y Aranza Hernández Hernández

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