12 junio 2022

ARTÍCULO


 RECORRIDO SONORO POR EL EMBARAZO





La música es una forma de comunicación básica en la primera infancia. La música, como primer lenguaje del niño/a, es básica para su desarrollo integral. Se trata de un recurso sencillo y de gran importancia para este aspecto comunicativo.

¿Reconocen los bebés al nacer la voz de su madre?, ¿es la primera vez que la escuchan o llevan escuchándola nueve meses mientras maduran en su útero?. El sonido necesita un medio para propagarse, ¿no son las madres gestantes un medio en sí mismas que sirve para la propagación de los distintos sonidos hasta hacerlos llegar a su bebé?. 

Parece ser que los estudios científicos demuestran que durante la gestación de los bebés, estos se acostumbran a sonidos y a la voz de su madre, que es la primera que identifican una vez han nacido.

Se puede observar que la oreja de los seres humanos, desde su forma física, presenta un diseño con cierta similitud al embrión humano. Esto no es por casualidad si pensamos que el feto recibe la información sonora del exterior de su madre a través de su aparato auditivo. La audición es el primer sentido que un bebé desarrolla en el vientre materno y el único que le permite conectarse con el exterior. A través de vibraciones, ritmos y melodías, una mamá, un papá y su bebé pueden entablar un vínculo estrecho y placentero. Por tanto, la comunicación entre los seres humanos comienza desde que las mujeres llevan a sus bebés en su vientre. Está comprobado que los fetos responden activamente a los estímulos maternos, ya desde el cuarto mes de gestación. El aparato auditivo del bebé se termina de desarrollar aproximadamente al tercer mes y medio, recién después de ese tiempo de gestación comienza a captar los sonidos, primero del interior y luego del exterior de su madre. El cuerpo de la futura mamá no es para nada silencioso. En el amnios, que es la cara interna del útero, hay una atmósfera sonora. Allí tenemos los sonidos de la actividad cardiovascular de la futura mamá, la circulación de la sangre a través de la placenta, el ruido del aparato respiratorio, el digestivo, el latido cardíaco del feto, sus propios movimientos y los sonidos exteriores.  Todos estos sonidos están en funcionamiento las veinticuatro horas y se encuentran en un rango de 30 a 96 decibelios, pero hay un sonido en especial, como comentamos anteriormente, que es el de la voz de la mamá. El líquido amniótico es un excelente conductor de las vibraciones del aparato fonador materno, por lo que el futuro bebé cuando escucha la voz de su madre también percibe la vibración que esta le provoca. La música opera como neurotransmisor interactivo, actuando directamente sobre el sistema neurovegetativo, celular e hipofisario del feto, dejando impreso un registro a modo de huella; de ese modo van a quedar grabados en el futuro bebé diferentes sensaciones que le remitirán una vez nacido a ese estado placentero que vivió durante su gestación. No deja de ser increíble, ¿verdad?. El ambiente intrauterino en el que vive el bebé va a impactar definitivamente en el desarrollo de su personalidad. Se sabe que en el momento del nacimiento el recién nacido tiene casi el total de las neuronas aptas para funcionar durante toda su vida, por esto podemos decir que el útero es un lugar donde el futuro niño comienza el desarrollo de su cerebro y no cuando nace, como todavía hay quienes lo creen. Este fenómeno se da por el intercambio de experiencias que tiene intraútero. El desarrollo cerebral se incrementará si podemos brindar los estímulos apropiados para que esto pase, pero dependerá pura y exclusivamente de lo que su madre le transmita para que estas huellas queden grabadas de forma positiva o negativa.

El bebé en el momento de nacer ya tiene muchas experiencias y recuerdos compartidos con su madre. Disfrutaron juntos de muchas sensaciones placenteras o no. Si pensamos en el ritmo y cómo éste se manifiesta dentro del útero, podremos pensar que está presente de muchas maneras: en sus movimientos, en su succión, en su frecuencia cardiaca, en sus movimientos respiratorios intrauterinos, en sus estados de alerta, en sus patadas, en sus manotazos y en lo que escucha (el latido cardíaco de su mamá entre otros).

Cuando el bebé nace, después de hacer un esfuerzo físico muy importante, entra en contacto con muchas sensaciones nuevas, la luz, la temperatura, texturas, lo lavan, lo secan, lo miden, lo visten, etc., hasta que llega a su mamá. Pero su olor también es nuevo, como lo es su imagen y el entorno. Hasta que casi instintivamente se lo pone sobre su pecho y así puede oír nuevamente su latido cardíaco comenzando así una nueva etapa. El bebé enseguida reconoce este sonido y se calma porque es el ritmo que estuvo oyendo durante mucho tiempo, comienza a asociar ese olor con lo que a él le llega a través de ese latido cardíaco. Después abre los ojos, aparece la mirada, aparece la voz de su mamá que también reconoce y así continúa asociando instintivamente. 

Y tras ese momento mágico en el que están ya fuera de su medio líquido natural deben acostumbrarse a un sinfín de nuevos sonidos, unos más agradables que otros, pero que la mayoría de ellos no son identificados, porque son absolutamente nuevos. Es allí donde comienza a desarrollarse lo que llamamos el vínculo extrauterino. Y es cuando el sonido de la voz de la madre hace que exista una reacción distinta, un movimiento por parte del bebé en busca del foco emisor del sonido. Por otro lado, los estudios también nos muestran que antes de que estas pequeñas vidas comiencen a hablar, la estimulación con música favorece el desarrollo del habla.

Y yo solo pienso en las mamás cantando a sus bebés no solo cuando están en sus vientres sino cuando salen de él también, es decir, en las llamadas etapas pre y perinatal.   

Desde siempre y en todos los rincones del mundo, se conoce el efecto calmante que puede tener la música y en este caso, las nanas. Esa combinación de voz y movimiento (arrullo) favorecen la estimulación cognitiva y emocional de los bebés. De todos es conocido que los bebés reaccionan más al lenguaje cantado que al lenguaje hablado, ¿o no se han sorprendido cómo se transforman, exagerando la entonación cuando se dirigen a un bebé?. Lo hacemos casi instintivamente y los bebés lo perciben con agrado. Es curioso cómo son capaces de distinguir las unidades fonéticas que conforman una palabra en idiomas a los que nunca han sido expuestos, cosa que no ocurre igual con los adultos. Música y lenguaje poseen unos campos compartidos, tanto en la implicación de los mismos instrumentos vocales, auditivos, cognitivos, etc., como en similares fases de desarrollo. 

Durante los tres primeros años de vida la “maraña” de neuronas es enorme. Es el momento de las conexiones neuronales, dicho con nuestras palabras, de que se produzcan muchas sinapsis sonoras. Todos aquellos aprendizajes que se produzcan, todo aquello que se estimule, sin caer en la sobreestimulación favorecerá el futuro de esa personita que se está formando. Y en esa primera etapa donde la motricidad, la música, el habla, tanto en su idioma materno como en otros y el amor que se le proporcione, hará que se desarrolle toda una “autopista” de conexiones, y por ello, lo que no se conecte desaparecerá en esa primera poda neuronal que se produce sobre los tres años de edad. Y merece la pena hacer un inciso aquí para aclarar que esto no implica que lo que no se haya conectado o aprendido hasta este momento no pueda aprenderse. Así pues estaríamos desmontando uno de los tantos neuromitos que existen. Llegado a este punto, volvemos, como ya hemos hecho en otras ocasiones, a hablar de la tan importante neuroplasticidad cerebral, la capacidad que tiene nuestro cerebro de modificar y aprender. En palabras de los neurocientíficos, la música es la única actividad que activa, estimula y utiliza todo el cerebro (puedes consultar el artículo que hicimos al respecto). ¿Cómo entonces vamos a negar la importancia que tiene la música desde edades tempranas para el crecimiento y desarrollo satisfactorio de un bebé?.Y volvemos a hacer un inciso y dejar claro que nada de esto tiene que ver con el neuro-marketing de que, si estas personitas ya desde el vientre materno o en su primera etapa de vida (0 a 3 años) escuchan a este o aquél músico, se van a convertir en seres más inteligentes (puedes volver a leer el artículo que escribimos sobre el talento) porque esto, a día de hoy, está más que demostrado que no es cierto. Lo que sí es cierto es que la música y su conexión directa con las emociones, también tenemos un artículo escrito sobre esto, activa los sistemas de recompensa cerebral, les hace sentir bien, mejora su atención y el autocontrol. Todo un mundo el prenatal y qué maravilla el recorrido sonoro que hemos hecho por el embarazo, ¿no les parece?.


*parte de la  información  que se ha utilizado para escribir este artículo está extraída de los estudios realizados por Gabriel Fabián Federico*


Alicia Alonso González  y Aranza Hernández Hernández.



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