15 diciembre 2022

ARTÍCULO

 LA MÚSICA: UN BÁLSAMO PARA TU MENTE






Ya sabemos que la salud no es únicamente física. Tener salud es sinónimo de gozar de un estado adecuado de equilibrio. Por eso, tenemos que tener claro que, muchos factores que inciden en nuestra salud, están en nuestra mente. Sin embargo, muchas veces nos olvidamos de esta parte emocional, pero ¡ojo!, debemos estar bien alerta de cubrir estas necesidades para que no nos pasen factura. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la mitad de los trastornos mentales comienzan en torno a los 14 años o antes (preocupante, ¿verdad?).

Dice el informe de UNICEF que más del 30% de la adolescencia entre los 10 y 19 años sufre un trastorno mental, representando la ansiedad y la depresión el 40% de estos trastornos. Y debemos tener en cuenta también, los casos de niños y niñas que no alcanzan a tener un trastorno mental pero sí un malestar psicosocial que perturba sus vidas, su salud y sus expectativas de futuro. De hecho, el 10%-20% de los adolescentes experimentan trastornos mentales que no se diagnostican ni se tratan. El no tratarlos puede tener, y de hecho tiene,  consecuencias en la edad adulta. 

Tampoco conviene olvidarse de la salud mental de los profesionales de la docencia, esas personas casi mágicas que entran a un aula cada día a atender a una media de treinta alumnos y alumnas con el propósito no solo de que aprendan las materias que imparten sino también a ejercer de madres/padres, a resolver conflictos, a atender a una diversidad sin apoyos…¡sí!, creemos que existen auténticos magos y magas en los centros escolares. Según las estadísticas, en España el 77% del profesorado padece ansiedad y el 11% depresión. Los datos van en aumento cada año pero, ¿se tiene en cuenta? Entonces, ¿cómo podríamos cuidar de nuestra salud mental?. Algunas estrategias adecuadas para hacerlo podrían ser las siguientes: practicar una buena higiene emocional, desechar aquellos pensamientos que no nos son útiles y  nos perturban; evitar la archi-conocida rumiación (pensamientos en bucle) e intentar no preocuparnos más de la cuenta. Hasta suena sencillo, ¿verdad?, pero sabemos de sobra que esta no es una cuestión baladí.

Cada experiencia, pensamiento y emoción cambia físicamente nuestro cerebro. Las personas somos los únicos dentro del reino animal capaces de estresarnos solo con nuestros pensamientos. Es un tema que aún hoy en día es un poco tabú y, aunque no se le da visibilidad, está muy presente en la actualidad. Así pues, el mejor consejo que te podemos dar, como dice el dicho, es que “te ocupes” en lugar de preocuparte y dale la importancia que se merece.

El pasado mes de octubre se celebró en Barcelona el IV Congreso de Neuroeducación organizado por la Cátedra de Neuroeducación de la UB. En ella, Álvaro Pascual Leone, catedrático de Neurología de la Universidad de Harvard y director científico del Institut Guttmann de Barcelona  hablaba sobre salud cerebral y arrojaba datos, en este caso más o menos positivos, depende de cómo lo interpretemos. Decía que el 80% de la discapacidad cerebral es prevenible ya que en gran medida nuestros problemas de salud mental están asociados a enfermedades que no se diagnostican o a estilos de vida modificables.  También añadió que la salud cerebral es la diana de la salud general en más de un 60%. 

Ahora bien, ¿qué papel puede desempeñar la música en esa tarea de autocuidado que comentábamos anteriormente?. Existen investigaciones en las que se habla del uso efectivo de la música en el tratamiento de la depresión (entre otras enfermedades mentales), en la que actúa modificando el estado de ánimo y la calidad de vida de las personas que la padecen. La música no solo nos permite expresar sentimientos sino que además, podemos canalizarlos para mejorar nuestro estado físico, psíquico y mental. Como ya hemos comentado en otros artículos, la música tiene la capacidad de inducir determinadas emociones. Puede ayudarte a expresarlas o intensificarlas y este hecho repercute positivamente en beneficio propio. Habrán oído hablar de la popular expresión “Farmacia Musical” o “Botiquín Sonoro” o dicho de una manera más coloquial, que la música es una auténtica medicina. Muchos son los estudios que señalan el efecto positivo de la música en el bienestar emocional, en la mejora del estado de ánimo, en la disminución de los niveles de ansiedad o en el manejo del estrés (y ustedes lo habrán experimentado en algún momento). En el libro “El cerebro que cura”, se dice que el flujo sostenido de niveles excesivos de hormonas del estrés lentifica o incluso puede llegar a bloquear la formación de neuronas en el hipocampo, afectando por tanto a la memoria o incluso puede llevar a bloquear la corteza prefrontal, recuerda donde se encuentran nuestras funciones ejecutivas y hacer que tengamos problemas con la toma de decisiones, controlar nuestras acciones e impulsos, planear entre otras.

También existen evidencias de que la música puede ayudar a disminuir los niveles de cortisol, la hormona del estrés, que comentábamos con anterioridad. Y es evidente que de la misma manera, puede tener efectos beneficiosos en otras  sustancias químicas del cerebro como la dopamina, relacionada con los sentimientos de placer y la oxitocina, la "hormona del amor".


En definitiva, como ya decía Ramón y Cajal: “Somos los arquitectos de nuestro propio cerebro” cómo quieres construir el tuyo? …


Alicia Alonso González y Aranza Hernández Hernández


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